Condenan a 30 años de prisión a mecánico que asesinó a su jefa en una taller de Managua

Julián Alfredo Berríos Domínguez fue condenado a 30 años de prisión por el asesinato de su jefa Paulina Gallegos Gómez, de 58 años. El femicidio ocurrió el pasado 1 de junio en la casa de la víctima, ubicada en residencial Los Robles, en el Distrito Uno de Managua.

Barrios Domínguez, recibió la condena este pasado miércoles y se desempeñaba como su mecánico personal. Según las autoridades, asesinó a la víctima con una piocha para robarle el dinero, objetos personales y 2 tanques de gas.

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Paulina Gallegos fue encontrada muerta con un golpe en la cabeza la noche del 3 de junio por familiares que llegaron a buscarla a su vivienda, relataron que la víctima no atendía a las llamadas porque el teléfono salía apagado y tampoco se había comunicado con ellos.

La acusación señala que Berríos Domínguez tomó los tanques de gas y los objetos personales de su jefa y los montó en el vehículo de la víctima.

Fue capturado el 6 de junio por agentes policiales, mediante un trabajo de inteligencia. Durante la detención, la Policía Orteguista logró recuperar algunas de las pertenencias de la víctima, incluido el vehículo marca Jeep.

El condenado saldrá de la cárcel hasta el 6 de junio del año 2054 y durante el tiempo que esté tras las rejas, recibirá atención sicológica para poder ser reinsertado en la sociedad.

Los femicidios de 2024 en cifras

Los reportes preliminares indican que enero, cuatro mujeres fueron asesinada, cuatro en febrero, 13 en marzo, siete en abril, y siendo mayo el mes más sangriento, con el asesinato de 14 mujeres. Otros cuatro femicidios se registraron en el mes de junio.

Las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres reportan que otras 13 mujeres han sido asesinadas en el extranjero en lo que va del año.

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La zona del Caribe de Nicaragua sigue siendo una zona de alto peligro para las mujeres.

Falta de políticas públicas para frenar la violencia de género

Las comisarías de la Mujer reabiertas no cuentan con los recursos, ni el personal capacitado para enfrentar la crisis, denuncian las feministas que aún trabajan desde la clandestinidad en Nicaragua y que piden no ser identificadas por temor a represalias.